Camino Cuaresmal: encuentro, conversión y esperanza

Mis palabras quieren ser un saludo fraterno a nuestra iglesia particular de Duitama-Sogamoso, en este camino cuaresmal que nos introduce la celebración del Miércoles de Ceniza. Hoy, ante los grandes desafíos que afronta la Iglesia, quisiera hacer la invitación a todas las comunidades parroquiales de nuestra Diócesis a vivir este camino cuaresmal con una “fe intensa, esperanza viva y caridad operante”.

En este tiempo sagrado, nos reunimos como comunidad de fe para emprender un camino de reflexión, arrepentimiento y renovación espiritual. La Cuaresma nos invita a adentrarnos en el desierto de nuestras vidas, enfrentar nuestras limitaciones y descubrir la gracia transformadora de Dios. Es en el silencio del desierto espiritual, donde encontramos la oportunidad de escuchar la voz de Dios.

Durante la Cuaresma, enfrentamos la purga de nuestros deseos desordenados, aprendiendo a vivir con menos para abrir espacio a lo verdaderamente esencial. Al renunciar a ciertos placeres y comodidades, abrimos la puerta a una mayor intimidad con Dios y con nuestra propia esencia espiritual. Al caminar por este desierto, encontramos la oportunidad de crecer en nuestra fe, y renovar nuestro compromiso de seguir a Cristo.

En este “Kairós” [tiempo de Dios], el mensaje del Papa Francisco nos llama a un profundo acto de reflexión y transformación. En sus palabras, encontramos la inspiración para adentrarnos en un discernimiento espiritual que va más allá de las prácticas tradicionales, llevándonos hacia la compasión y el encuentro genuino con los demás. El Papa, subraya, además, en su mensaje de la Cuaresma de 2024 cuyo tema es “A través del desierto Dios nos guía a la libertad”, que la Cuaresma “es tiempo de conversión” y “tiempo de libertad” porque “Dios no quiere súbditos sino hijos” y, citando el libro del Éxodo, destaca que la
Palabra de Dios se dirige hoy personalmente a cada uno de nosotros: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud” (Ex 20,2).

Es un camino de conversión que va más allá de simples renuncias; implica un cambio profundo en nuestras actitudes y acciones. Obras que reflejen la misericordia y el amor de Dios. La conversión del corazón es el núcleo de la Cuaresma. En nuestra Diócesis, estamos llamados a examinar nuestras vidas a la luz del Evangelio, identificar áreas que necesitan cambio y abrazar la gracia transformadora de Dios. La conversión no es solo un acto individual, sino un proceso comunitario que fortalece la vida de fe en nuestras comunidades parroquiales. Es un camino que el documento de Aparecida se ha dado en llamar “conversión pastoral”.

Al igual que Jesús, que pasó cuarenta días en el desierto siendo tentado, nosotros también enfrentamos nuestras propias tentaciones. La Cuaresma nos insta a despojarnos de las cadenas que atan nuestras almas al materialismo, el egoísmo y las distracciones mundanas. En este periodo, somos invitados a reflexionar sobre nuestras acciones, a examinar nuestra conciencia y a liberarnos de las ataduras que nos impiden avanzar espiritualmente.

Volvamos a las enseñanzas del Papa Francisco, abriendo nuestros corazones a las necesidades de los demás, respondiendo con amor y solidaridad. La compasión no solo es un sentimiento, sino una acción concreta que nos impulsa a construir un mundo más justo y equitativo. Es a través de la compasión que transformamos el desierto en un oasis de esperanza y amor. Es la llamada del Papa, a vivir la fraternidad y a comprometernos con la justicia social.

La oración, juega un papel importante dentro de toda esta dinámica de la fe. Ella, es el fundamento de nuestra vida espiritual. Invito a todos los sacerdotes a incentivar en sus comunidades parroquiales, el esfuerzo por dedicar tiempo a la oración personal y comunitaria, máxime, cuando estamos celebrando el Año de la Oración, como preparación del Jubileo de 2025. Le lectura y reflexión de la Palabra de Dios nos guiará en este desierto espiritual, ofreciendo luz y dirección en medio de las pruebas y desafíos. Que nuestras oraciones nos inspiren a ser agentes de cambio en el mundo, llevando el mensaje de esperanza, justicia y paz.

Que esta Cuaresma sea un tiempo de gracia y renovación. Al caminar juntos en este yermo cuaresmal, que podamos experimentar la presencia viva de Dios, la conversión sincera de nuestros corazones y la esperanza que nace de la Victoria Pascual. Que la luz de Cristo ilumine nuestro camino y nos guíe hacia una comunidad más fuerte, más compasiva y más comprometida con el Reino de Dios.

Encomiendo a todos la oración por la fecundidad de la vida de nuestra Diócesis, pidiendo al Señor que próximamente nos envíe un pastor según su corazón, que guíe nuestras comunidades y que sea quien nos anime a fortalecer el camino eclesial y profundizar en el discernimiento de nuestra identidad.

Pongo bajo la protección y guía de la Santísima Virgen María, con la advocación que ya es para mí entrañable, de Nuestra Señora de Monguí, el futuro de nuestra amada Diócesis.

ÓSCAR IVÁN PINZÓN BONILLA. Pbro.
Administrador Diocesano
Diócesis de Duitama-Sogamoso