Por, Gerardo Andrés Guayacán Cruz

Este III domingo del tiempo ordinario marca para la Iglesia un día muy especial: el domingo de la Palabra de Dios, que fue instituido por el papa Francisco el 30 de septiembre de 2019, haciendo memoria litúrgica de San Jerónimo en el inicio del 1600 aniversario de su muerte, mediante la Carta Apostólica —en forma Motu Propio— «Aperuit illis» [Les abrió el entendimiento]: “Establezco que el III domingo del tiempo ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios”. Es una celebración que resalta la centralidad de la Sagrada Escritura en la vida y misión de la Iglesia Católica, invitando así a los creyentes a sumergirse en la riqueza del Texto Sagrado para fortalecer la fe y la relación con Dios.

La iniciativa del papa Francisco al instituir esta Jornada es ofrecer a la Iglesia una ocasión de gracia: “Dedicar concretamente un domingo del año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable”.

La Iglesia Católica enseña que la Palabra de Dios, es inspirada por el Espíritu Santo. A través de sus páginas, Dios se revela a la humanidad, proporcionando instrucciones, promesas, sabiduría y un relato de su Amor Redentor. La lectura regular de la Biblia se considera esencial para profundizar en la comprensión de la fe.

En la actualidad, la importancia de la Palabra de Dios se manifiesta de diversas maneras, proporcionando un fundamento sólido en un panorama cultural y social en constante transformación. En medio de un mundo marcado por la rapidez del cambio y la diversidad de perspectivas, la Palabra de Dios emerge como un rayo de luz que ilumina el camino de aquellos que buscan significado y guía en sus vidas.

La Palabra de Dios se considera viva y eficaz, capaz de transformar vidas y orientar las decisiones cotidianas de los creyentes. Al centrarse en la lectura y reflexión de la Escritura, la Iglesia busca fortalecer la relación de los fieles con Dios y profundizar su comprensión de la fe cristiana que se amplía en la Liturgia de la Iglesia. Es así, que el obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, nos recuerda que: “el movimiento bíblico ha recorrido todo el siglo XX, y el Concilio Vaticano II dedicó especial atención a la Palabra de Dios, desde el punto de vista de la revelación de Dios (Dei Verbum) y desde el punto de vista litúrgico como diálogo de Dios con el hombre de hoy y respuesta del hombre a Dios que se comunica (Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia)”; mensaje que ha trascendido hasta nuestros días.

Este día, que tiene como lema: “Permaneced en mi Palabra” (Jn 8,31), se ha convertido ya, en una oportunidad para que los fieles católicos de todo el mundo se sumerjan en las Sagradas Escrituras y reflexionen sobre el papel fundamental que desempeña la Palabra de Dios en sus vidas, en un mundo que a menudo presenta opciones abrumadoras y caminos inciertos; un mundo caracterizado por la fragmentación y la polarización.

El papa Francisco al instituir esta celebración, destaca la importancia de abrir el entendimiento para comprender las Escrituras, tal como se menciona en el Evangelio de Lucas (24, 45): «Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras». El objetivo es que los fieles no solo escuchen la Palabra, sino que la internalicen, dejando que la Palabra de Dios transforme sus vidas y guíe sus acciones, con actividades que van desde la proclamación de pasajes del Texto Sagrado durante la Sagrada Liturgia hasta la organización de grupos de estudio bíblico.

Mons. Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara, afirma que: “necesitamos leer la Palabra de Dios en el silencio de nuestros hogares. Y es imprescindible escucharla comunitariamente cuando la Palabra se proclama en la liturgia. Porque allí es Cristo mismo quien habla. Y también se debe dar un tercer paso: compartir en grupo el eco que esta Palabra produce en cada persona. Y conocer la resonancia que esta Palabra ha producido en la tradición viva de la Iglesia. Especialmente, los santos son los grandes oyentes y sus vidas han sido un comentario vivo a lo que han escuchado y asimilado”.

La Palabra de Dios sigue siendo de vital importancia en la actualidad, ofreciendo un cimiento ético, construyendo comunidades cristianas fuertes, brindando consuelo en momentos difíciles y proporcionando dirección y propósito en la vida. En un mundo que a menudo se encuentra en la encrucijada de valores y creencias, la Palabra de Dios sirve como un faro de luz que ilumina el camino hacia una vida plena y significativa hacia la Salvación. En una sociedad llena de desafíos y cambios rápidos, este día ofrece un recordatorio poderoso de que, en la Palabra de Dios, los creyentes encuentran una fuente eterna de esperanza, sabiduría y amor. El Domingo de la Palabra de Dios es una invitación a sumergirse en la riqueza espiritual de las Escrituras y dejar que la Palabra de Dios moldee, inspire y guíe cada aspecto de la vida.